jueves, 15 de abril de 2010

LIDERAZGO SUSTENTABLE (Por Esteban Owen)

Los estilos de gestión y conducción de algunos “líderes políticos” ponen de manifiesto de una manera burda y grotesca todo aquello que resulta urgente y prioritario desterrar de las formas de gestionar en el ámbito de las empresas. De allí que yo he sostenido más de una vez que las organizaciones empresariales deberían proponerse como espacios de surgimiento y formación de los líderes políticos. Pero para que esto último pueda ser imaginado como una opción “saludable” y “sustentable”, el management empresarial también tiene un recorrido que hacer en materia de traducir a la práctica cotidiana mucho de la literatura que vemos sobre los escritorios de muchos gerentes y directores.

Es interesante el concepto de “sustentable” que, convertido en bandera originalmente por los ambientalistas, ha ido permeando otros ámbitos de discusión, como el de la economía.

Un liderazgo o una gestión sustentable es aquella que genera y desarrolla las condiciones necesarias para trascender en el tiempo, más allá de las personas que la encarnan en un período determinado. La primera práctica que atenta contra este objetivo, y que hay que desterrar imperiosamente para que este propósito sea posible, es la tentación de los resultados a corto plazo pero carentes de los elementos que le puedan dar una proyección “sostenible” en el largo plazo. Al contrario de la gestión sustentable, la tentación del corto plazo hace que cualquier gestión resulte “insostenible” en el tiempo.

Recuerdo los resultados de una investigación sobre la que leí hace un tiempo, que llegó a conclusiones bastante sorprendentes. El estudio revelaba que una de las claves del éxito de muchas de las 500 empresas más grandes de los Estados Unidos, que habían logrado resultados superiores a la media durante períodos de más de quince años, era el estilo de liderazgo de sus CEOs o Números Uno. Lo sorprendente era que en la mayoría de los casos eran ese tipo de personas que describiríamos como de “perfil bajo”, incluso algunos de ellos marcadamente “tímidos”. Pero con profundas convicciones y una firme vocación por motivar y alentar la participación de todos los miembros de la organización, detectando y promoviendo la multiplicación de los talentos en todas las capas de sus respectivas empresas.

Todo lo contrario del culto al personalismo que constituye la marca distintiva de gran parte de los pseudo líderes a los que tantos se sienten –o nos sentimos– tentados de mirar, admirar y elegir para que nos gobiernen. Pero que, obnubilados por los destellos fugaces de las primeras planas y los noticieros de la televisión, acaban traicionando el genuino propósito y la auténtica razón de ser de la misión que asumieron, perdiéndose en los intrincados laberintos del poder, y ahogando las posibilidades de desarrollo sustentable y a largo plazo del sistema en su conjunto.

Un liderazgo y una gestión sustentables deben estar irrenunciablemente orientados al largo plazo, y a la formación y el desarrollo de poderosas capas gerenciales y de liderazgos por proyectos. La clave pasa por la distribución del poder, logrando el auténtico compromiso –no la obediencia sumisa– de todos o casi todos los miembros de la organización, y facilitando la promoción de los mejores a los espacios de mayor responsabilidad.

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