domingo, 4 de abril de 2010

EL BOOM INMOBILIARIO DEL JAPON (Por Opolop Red)

Los ’80 fueron años de cuentas comerciales muy saludables para Japón. Sus medidas proteccionistas y la identificación de los trabajadores con empresas que en muchos casos sabí­an garantizar el empleo de por vida habí­an derivado en un funcionamiento muy eficiente del sistema productivo, volcado en buena medida a la exportación.

La economí­a habí­a crecido a un promedio del 10% anual entre 1955 y 1972, mientras que entre 1975 y 1990 lo harí­a a un ritmo del 4% anual, menor pero igualmente importante.

Semejante bonanza generó un sobrante de divisas y un incremento de la masa monetaria que comenzó a destinarse a la construcción y el mercado inmobiliario en general, impulsado por una demanda creciente de propiedades que buscaba aprovechar tanto beneficios impositivos como el auge de precios del sector que se observaba ya en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

En concreto, entre 1955 y 1989 los precios de los inmuebles japoneses supieron aumentar más de 7.000%. Tan caros resultaban que en conjunto quintuplicaban el valor adjudicado al territorio completo de Estados Unidos, cuya extensión es 25 veces mayor.

Sólo el entorno metropolitano de Tokio valí­a lo que EE.UU., mientras que un sólo distrito de la capital podí­a costar lo que todo Canadá.

Sorprende, al revisar estos datos, la magnitud de una burbuja a posteriori evidente, como todas. Sin embargo, la ambición y la euforia del momento habí­an logrado multiplicar por 100 los precios de las acciones entre el ’55 y el ’90, permitiéndole al í­ndice Nikkei trepar hasta los hoy añorados 38.915 puntos (actualmente apenas ronda los 7.600).

Aquel í­ndice estaba compuesto, entre muchas otras, por empresas como Nomura Securities, cuyo valor superaba al de todas las sociedades de bolsa norteamericanas juntas.
El mercado inmobiliario impulsaba los valores bursátiles, cuya cotización se regí­a no por las ganancias de las empresas sino por el creciente precio de sus inmuebles. Y el alza bursátil provocaba nuevos aumentos en las propiedades por la demanda de quienes, tras apostar en el mercado financiero, vendí­an sus papeles para comprar más ladrillos.

Frente a ese escenario descontrolado donde la amenaza inflacionaria se hací­a cada vez más evidente, entre principios de 1988 y mediados de 1990 el Banco Central de Japón decidió aumentar las tasas de interés rectoras de la economí­a, llevándolas del 2,5% al 6% anual.

Desde principios de 1990 los precios de las acciones sufrieron un fuerte retroceso, llegando a perder el Nikkei un 63% de su valor en apenas dos años y medio. Por supuesto, los precios de los inmuebles cayeron y, con ellos, las empresas cotizantes que los tení­an como garantí­a. Así­, el sistema financiero ingresó en un perí­odo oscuro del que aún intenta sobreponerse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario