domingo, 11 de abril de 2010

¿COMO HACER QUE EL DINERO SEA TU ESCLAVO? (Por Jairo Camayo)

Introducción:

Este asunto del dinero es algo muy serio de enfrentar para una persona que desea ser un maestro del éxito.

En un mundo eminentemente materialista y capitalista, este factor determina mucho la medida del éxito, de los individuos.

Es importante tener una vision o un enfoque mas amplio sobre este tema, para que el dinero sea un aliado del éxito personal y no un enemigo que obstaculiza el progreso de las personas.

En la famosa historia EL HOMBRE MAS RICO DE BABILONIA podemos extraer algunas lecciones vitales para hacer que el dinero trabaje para ti y no tu para el dinero.

Por favor lee este resumen de la historia y extracta las tres lecciones mas importantes para el éxito financiero personal y si deseas hazmelas llegar, para darte un feedback y afirmar tu conocimiento al respecto.

EL HOMBRE MAS RICO DE BABILONIA. Resumen.

Vamos a descubrir las leyes del éxito financiero personal en la famosa historia EL HOMBRE MAS RICO DE BABILONIA, que escribiera hace tantos años George S. Clason con la cual enseño a muchas generaciones como crear su propia reserva financiera. Siéntese cómodamente y relájese para escuchar una de las más fascinantes historias, tal como la relato en mis seminarios desde hace 25 años que me la aprendí de memoria.

“Arkad era conocido en la antigua Babilonia por sus grandes riquezas, pero también era conocido por su generosidad y su liberalidad; era generoso con su familia y liberal en sus propios gastos, nos obstante cada año sus riquezas se incrementaban con mayor rapidez de lo que las gastaba.

“Un día algunos de sus amigos de la juventud vinieron a visitarlo y le dijeron: Arkad, tu has sido mas afortunado que todos nosotros, te has convertido en el hombre más opulento de toda Babilonia en tanto que nosotros seguimos luchando por la existencia. Y antaño todos éramos iguales, estudiábamos bajo la guía del mismo maestro y jugábamos los mismos juegos; y ni en los estudios, ni en los juegos nos opacaste jamás, entonces, ¿porque el destino te ha escogido a ti, para premiarte con todas las cosas buenas de la vida y se ha olvidado de nosotros que somos igualmente merecedores de ello?




Ante estas palabras Arkad los reconvino diciendo: Si ustedes no han sabido mas que llevar una existencia penosa desde todos estos años transcurridos desde nuestra juventud, eso se debe a que, o bien no han aprendido las leyes que gobiernan con éxito el desarrollo de la riqueza, o no han sabido aplicarlas.

El destino es un dios perverso que no le brinda a nadie ningún bien permanente; por el contrario es causa de la ruina de todos aquellos sobre quienes derrama oro que no han ganado.

Piensen en alguna de esas personas que ha heredado una riqueza repentina y vean si no es verdad los que digo.

Sus amigos reconocieron que lo que Arkad les decía era cierto en el caso de algunas personas que ellos conocían, que habían heredado una fortuna repentina convirtiéndose en despilfarradores que no tenían la habilidad de recuperar lo que gastaban.

Sus amigos procedieron a preguntarle: ¿ Puedes enseñarnos como nosotros podemos llegar a ser tan ricos como tu?

Durante mi juventud, continuo diciéndoles, pude ver todas las cosas buenas que había y que podrían darme felicidad y satisfacción, y comprendí que la riqueza incrementaba la capacidad de adquirir todas esas cosas.

Así que me propuse a averiguar cual era la forma de adquirir riqueza y me dije a mi mismo que haría que esa fuese mi tarea hasta terminarla. Descubrí que si quería crear riqueza, eso requería tiempo y esfuerzo.

En cuanto al tiempo todas las personas lo poseen en abundancia; en cuanto al esfuerzo, comprendí que si quería conseguir riqueza suficiente, tenia que dedicarme a trabajar y trabajar tan duro e inteligentemente como pudiese.

Así que me conseguí un trabajo como escribano en la sala de los registros y día tras día, semana tras semana y mes tras mes me dedicaba a grabar en la arcilla.

Ahora, cada mes cuando me pagaban no me quedaba nada de lo que ganaba, el alimento, los vestidos, las diversiones, las penitencias ofrecidas a los dioses y otras cosas que no puedo recordar, absorbían todas mis ganancias.

Un día, llego a la sala de los registros, Algamish, el prestamista y me ordeno que le hiciera una copia de la novena ley; debo tener esa copia para dentro de dos días, si para entonces la tienes terminada, te daré dos monedas de cobre extras, me dijo.

Resulto que la ley era muy larga de tal manera que cuando Algamish regreso la tarea estaba inconclusa; se enojo muchísimo, si hubiera sido su esclavo, me habria mandado a azotar, pero yo no tuve miedo, porque sabia que el amo de la ciudad no le permitiria lastimarme, así que le dije:
-Algamsih, tú eres un hombre muy rico, si me enseñas como yo puedo ser tan rico como tu, grabare en la arcilla toda la noche y cuando el sol se levante la tarea estara terminada.
-Sonriendo me respondió: Eres un bribón astuto, pero, trato hecho.

Me dedique toda la noche a grabar en la arcilla y aunque la espalda me dolía y el olor que despedía el pabilo, me causo un terrible dolor de cabeza, cuando Algamish regreso, a la hora de la salida del sol, la tarea, estaba terminada.

Ahora bien, le dije, enséñame lo prometido.

Has cumplido con tu parte del trato, hijo mío, me contesto, y yo estoy dispuesto a cumplir con mi parte; grábate muy bien mis palabras, ya que si no lo haces pensaras que toda tu noche de trabajo ha sido en vano.

Descubrí el camino hacia la riqueza cuando decidí que una parte de todo lo que gano me pertenece para guardar y no debe ser menos de la décima parte y lo mismo harás tu.

Pero todo lo que gano es mío para guardar, ¿no es cierto?

Lejos de ello, respondió, ¿acaso no tienes que pagar por lo que comes? ¿Y no tienes que pagar por tus vestidos? ¿ Además que me dices de tus sandalias? ¿Puedes vivir en Babilonia sin gastar dinero? Necio, les pagas a todos menos a ti mismo; estúpido trabajas únicamente para los demás.

Mas te valiera ser un esclavo y trabajar únicamente por lo que tu amo te diera para comer y vestir.

¿Si hubieses guardado para ti, una décima parte de todo lo que has ganado en los últimos diez años, cuanto tendrías, después de eso años?

Mi conocimiento de los números no me traiciono, así que le dije: Tanto como lo que gano en un año.

Lo que dices no es sino la verdad a medias, me comento. Cada moneda de oro que ahorres será un esclavo que trabajara para ti, que te dará, también hijos esclavos que trabajaran para ti.

Tomo un poco de aire y continuo enseñándome:

- La riqueza crece a partir de una pequeña semilla, mientras más pronto siembres esa semilla y la cultives con tus constantes ahorros, mas rápidamente crecerá el árbol de las riquezas debajo del cual podrás descansar en tus años de senectud.

Todo lo que expuso me pareció razonable, de manera que me propuse a practicarlo. Cada mes cuando me pagaban, yo separaba una de cada diez monedas de cobre para guardarla y por muy extraño que pueda parecer, no me encontraba mas corto de fondos que antes, mientras me las arreglaba para prescindir de esa moneda.

Ahora mientras mi tesoro iba creciendo, frecuentemente me sentía tentado a gastarlo en todas las cosas buenas que ofrecen los comerciantes traídas desde las lejanas tierras de los Fenicios, pero, sabiamente me abstuve de hacerlo.

Doce meses después de su partida, regreso Algamish a la sala de los registros, para preguntarme: ¿Arkad, te has pagado fielmente la decima parte de todo lo que ganaste durante el año pasado? A lo cual yo le conteste orgulloso: Si, amo, así lo he hecho y lo he entregado a Azmur el ladrillero quien me dijo que viajaría por las remotas tierras de los Fenicios y allá compraría las exóticas joyas de ellos, a su regreso venderemos esas joyas a un precio mas elevado y nos dividiremos las ganancias.

-Todos los tontos tiene que aprender, rezongo. Pero, ¿porque confiar en el conocimiento de joyas que pueda tener un ladrillero? ¿Acaso irías al panadero para preguntarle por las estrellas? No, por mi túnica, te dirigirías el astrólogo, si es que tienes la capacidad de pensar.
-Tus ahorros han desaparecido joven has arrancado el árbol de las riquezas desde las raíces, sin embargo, planta otro, vuelve a intentarlo.

Algamish parecía un Profeta, pues todo resulto tal como lo predijo, ya que los Fenicios son unos truhanes que le vendieron a Azmur unos pedazos de vidrio que parecían gemas y así desaparecieron mis ahorros del primer año.


Nuevamente volví a guardar una de cada diez monedas de cobre cuando me pagaban cada mes, tal como me lo recomendó Algamish, comenzado una vez más. Y como para ese entonces ya me había acostumbrado no me era difícil hacerlo.

Un año después, nuevamente, apareció Algamish en la sala de los registros y se dirigió a mí para preguntarme: ¿Qué progresos has hecho desde la ultima ves que te vi?

Me he pagado fielmente, replique, y he confiado mis ahorros a Ager el fabricante de escudos para que comprara bronce, de tal manera que cada cuarto mes me paga mis intereses.

Eso esta muy bien y ¿qué estas haciendo con los intereses?, pregunto con curiosidad.

¡Ah! Celebro un gran festín, con buen vino, pastel de especies, me he comprado una túnica escarlata y pronto podré comprarme un borrico joven para montarlo, le conteste orgulloso.

Pero, te has comido los hijos de tus ahorros, me exhorto riendo, entonces ¿cómo esperas que te produzcan mas hijos esclavos?. Primero debes constituir un gran ejercito de esclavos y entonces podrás disfrutar de incontables festines sin tener que arrepentirte de ello. Alejándose, después de pronunciar estas palabras.

No volví a verlo sino hasta trascurridos dos años, cuando una vez regreso a la sala de los registros, con el rostro surcado por profundas líneas, los párpados caídos, pues comenzaba a convertirse en un hombre muy anciano. Arkad, me dijo, ¿ya tienes la riqueza con la cual soñabas?

No tengo todo lo que he soñado, respondí, pero tengo algo que a su vez esta ganando mas y cada año mi fortuna sigue creciendo.

Muy bien amigo, tu mismo te has enseñado la forma de adquirir riqueza, de administrarla bien y de invertirla correctamente; por lo tanto ya eres una persona responsable, pudiendo ocupar un cargo de responsabilidad.

Yo estoy envejeciendo, dijo con un tono de tristeza, y mis hijos solamente piensan en gastar y gastar dinero, sin ocuparse de recuperar lo que gastan. Mucho me temo que no voy a poder vigilar las tierras que tengo en Nippur; si aceptas ir alla, te nombrare mi socio.

Como yo estaba lleno de ambiciones y había aprendido a manejar las tres leyes que gobiernan con éxito el desarrollo de la riqueza, acepte el reto de ir a Nippur, e hice que sus riquezas de incrementaran grandemente, de tal manera que cuando Algamish murió, me nombro como uno de sus herederos, siendo así como termine siendo tan rico.

Ciertamente fuiste muy afortunado al ser nombrado como uno de los herederos de Algamish, comento finalmente uno de sus amigos a Arkad, al terminar este su historia.

¿Afortunado? Que exageración dicen, ¿dirían afortunado a un pescador que durante los años se dedica a estudiar el movimiento de los peces, de tal manera que cuando tira la red los puede pescar? La oportunidad es una diosa altanera que no pierde su tiempo con aquellos que no se han preparado, expreso con sabiduría Arkad.

Ah, pero hiciste gala de una gran fuerza de voluntad al perder tus ahorros del primer año y volver a empezar y en eso eres una persona excepcional, insinuó otro de los amigos.







¡Fuerza de Voluntad!, que disparate, enuncio vehementemente Arkad, ¿ Acaso creen ustedes que la fuerza de voluntad le otorga a un ser humano una fuerza mayor que la que pueda tener un camello para llevar sobre sus hombros una carga que este no puede cargar? ¿ O para arrastrar una carga que el buey no puede mover? La fuerza de voluntad no es otra cosa que el indomable propósito de llevar a cabo una tarea que uno se ha propuesto hasta terminarla.

Si lo que dices es verdad y según parece suena como algo razonable, si todos los seres humanos nos pusiésemos ha hacer lo mismo, no habría suficientes riquezas para repartirlas, observo otro de los amigos de Arkad.

Ante lo cual Arkad respondió:

-La riqueza crece en donde quiera el hombre ejerce su energía. Si un hombre rico manda a
construir un palacio, ¿acaso ha desaparecido el oro que pago por él? No. El arquitecto tiene una parte, los obreros tienen otro tanto y cada uno de los que participo en la construcción se han beneficiado.

Además ¿una vez que el palacio esta terminado, no es verdad que vale todo lo que costo? ¿Y el terreno sobre el cual se levanta el Palacio no vale mas porque este esta allí? ¿Y los terrenos contiguos no valen mas porque el palacio esta allí? La riqueza crece en forma mágica y no existe persona alguna, capaz de profetizar sus limites.

Bueno Arkad., nosotros ya no somos jóvenes y no tenemos nada ahorrado, ¿qué nos aconsejas para que realmente lleguemos a ser tan ricos como tu?, pregunto uno mas de los amigos.

Les recomiendo que acepten la sabiduría de Algamish y se digan a sí mismos: Una parte de todo lo que gano me pertenece para guardar, no siendo menos de la décima parte y eso es todo, concluyo Arkad.”

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