domingo, 27 de junio de 2010

LIDERAZGO ESTIRAR LOS LIMITES (Por Antonio Pascual)

Defender las convicciones profesionales es uno de los últimos retos que le quedan por alcanzar a los trabajadores por cuenta ajena, sea cual fuere su posición en la estructura de la compañía. Entender cuándo se trata de una defensa de convicciones profesionales y distinguirlo de cuándo sólo es un desafío desatinado, sin sentido o sin escrúpulos, buscando el beneficio propio de quién lo ejecuta –en términos deportivos, hacerle la cama al entrenador- es algo al alcance sólo de muy pocos líderes.

House, en el capítulo siete de la cuarta temporada, se enfrenta a un caso singularmente complejo, por otra parte como casi todos los que afronta, en el que el afectado es una persona joven que exhibe una prominente deformación frontal. Para añadirle complejidad al asunto éste caso deberá resolverse bajo la atenta mirada de las cámaras que graban un programa en el Hospital Universitario Princeton-Plainsboro y que suponen un inconveniente añadido al entremezclarse los egos personales de cada integrante del grupo y que por mor de las citadas cámaras afloran de una manera especial.

El episodio en cuestión resalta el especial enfrentamiento que viven dos grandes expertos, de una parte el conocido, molesto egocéntrico y narcisista doctor House, especialista en enfermedades infecciosas, y de la otra el doctor Chris Taub, judío y reputado cirujano plástico de quién se sabrán sus verdaderos motivos, al final del capítulo, por soportar todo tipo de humillaciones para formar parte del equipo de House. Nuestro protagonista principal opina que se trata de ARJ y Taub considera que con una simple operación de cirugía desaparecerá la presión intracraneal que no permite drenar correctamente a los líquidos.

Se van sucediendo las diferentes pruebas hasta que, al fin, el doctor Taub toma una decisión muy arriesgada: estirar los límites al… límite. En franco desacuerdo con House, traslada al entorno del enfermo su opinión plenamente convencido de sus razones. Ya hemos visto en anteriores reflexiones sobre el liderazgo en este mismo blog que en la vida profesional hay que tomar riesgos y que, en ocasiones, pese a obtener resultados positivos, esa audacia es castigada con el despido. De hecho, algo parecido le sucedió al General Patton durante la Segunda Guerra Mundial tras entrar en Alemania siendo nombrado responsable de Baviera y Eisenhower le acaba apartando por no haberse ceñido a los límites del marco de actuaciones preestablecido por la política.

Taub lanza un órdago y House lo despide en primera instancia. La doctora Caddy es quien lo evita en tanto el caso –proyecto- no esté finalizado. El desarrollo del episodio da un resultado completamente distinto a lo que ambos defendían. Al final, House, debe enfrentarse a su propia conciencia de líder y actúa. ¿Despedirá al traidor o considerará su actuación como un exceso de celo por alcanzar el objetivo deseado, la salud del paciente?

Son pocos los líderes capaces de soportar que nadie les contradiga y, menos aún, que les desobedezcan. En parte es lógico, un error nacido de un incumplimiento de las normas o por estirar los límites más allá de lo debido y sin el consentimiento y el acuerdo del responsable podría llegar a suponer que se cuestione la propia posición del líder, algo inadmisible. Casi tanto como tomar las decisiones en caliente.

Personalmente, me gusta defender la cita: las normas están para que las cumplan los necios y las observen los sabios. La cuestión es qué entendemos por observar. Por otra parte, también defiendo a ultranza la necesidad de que cada individuo que participa de una organización sea capaz de estirar los límites de su cometido, de sus responsabilidades, de su actuación en aras de la mejor y más eficaz obtención de los resultados como consecuencia de su conocimiento, pericia y/o experiencia. Eso me hace sentirme muy próximo a todos quienes defienden, equivocada o acertadamente, posturas diferentes a la mía y son capaces de actuar en consecuencia respetando unos límites. Taub esta al límite absoluto de esa frontera pero en ningún momento trata de manipular la situación para mejorar su posición y sólo lo hace en consecuencia a sus conocimientos y experiencia. Sería capaz de hacer una defensa absolutamente científica de la postura que defiende. Actúa, eso sí, un tanto despechado por el tratamiento degradante que le ofrece House, por otra parte habitual, cada vez que trata de explicar y defender su postura.

House, piensa que la actuación de su aspirante a ayudante es consecuencia de las cámaras y de un excesivo protagonismo hasta que acaba descubriendo sus verdaderos motivos y actúa como se espera que actúe el propio House tras entender hasta que punto ha sido capaz de estirar los límites movido por un objetivo profesional muy próximo al suyo, alcanzar el resultado esperado.

A modo de conclusión diremos que Oren Harari, describe en su libro Los secretos para ser un Líder”de la Editorial McGraw Hill: Collin Powell, siempre analiza las circunstancias y entiende las reglas de juego en el que participa y no duda en llevar las cosas al límite cuando la situación lo requiere. No duda en moverse al borde de las reglas, sin que, en sentido estricto, llegue a romperlas.

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