jueves, 5 de agosto de 2010

LEVI STRAUSS EL INNOVADOR EN JEANS (Por Emprendedores News)

El menor de siete hermanos, nació en Baviera, Alemania, el 26 de febrero de 1829. En 1847, dos años después del fallecimiento de su padre, emigró con parte de su familia a Estados Unidos, buscando mejores horizontes. Allí se reunió con sus hermanos mayores, ya instalados en Nueva York
con su tienda mayorista de productos textiles.

Levi aprendió rápidamente el funcionamiento del comercio familiar y en 1853, el año en que obtuvo la ciudadanía norteamericana, decidió iniciar su propio camino. Con 24 años, se dirigió a San Francisco, California, esperando sacar provecho de la recién desatada fiebre del oro.

Siguiendo el rubro familiar, montó una empresa con su nombre, que también servía como sucursal de la tienda neoyorquina. Levi importaba telas, ropa interior, paraguas y pañuelos, para abastecer a los pequeños negocios que florecían en California y el Oeste y ayudaban a subsistir a las familias de los mineros.

En 1863 contaba con un gran reconocimiento en la ciudad, tanto como empresario como por su labor cultural. Ese año rebautizó a su empresa con el nombre actual: Levi Strauss & Co. A pesar de ser un importante hombre de negocios, tenía un pensamiento liberal y alejado de las jerarquías
habituales entre el propietario de una empresa y sus empleados.

En 1872, un sastre llamado Jacob Davis —cliente de la tienda de Strauss, e inmigrante como él— inventó una manera de reforzar los pantalones
destinados a los mineros, que solían desgarrarse debido a su uso intenso: colocaba remaches de bronce en los puntos de tensión, como la costura de los bolsillos y la base de la bragueta.

Preocupado porque alguien pudiera robarle su idea, pero consciente de que no podría reunir el dinero necesario para patentar el proceso, Davis se dio cuenta de que le hacía falta un socio. Y pensó en Levi Strauss.
El empresario vio de inmediato el potencial del producto y no tardó en aceptar la propuesta de Davis. Juntos patentaron el proceso, y el 20 de mayo de 1873 nacieron los “jeans”, aunque todavía faltaba mucho para que recibieran ese nombre que hoy representa un genérico. La tela
elegida fue el “denim”, usado tradicionalmente en la confección de ropa de trabajo: un tejido de algodón muy fuerte pero a la vez confortable y
funcional, considerado como uno de los más antiguos del mundo y capaz de permanecer “eternamente joven”.

La dupla inventor-emprendedor resultó exitosa.

Los pantalones vaqueros con los nuevos remaches tuvieron una aceptación masiva e instantánea; primero entre los trabajadores, y más adelante como prenda de moda y de uso casual.

Aquellos primeros jeans se conocían como “waist overalls”, ya que eran una especie de mono que llegaba a la cintura y se usaba sobre la ropa de calle, para protegerla durante las horas del trabajo manual. El nombre “jeans” llegaría recién en la década de los ’60, adoptado por los baby boomers, la generación de posguerra, para referirse a su vestimenta favorita.

Levi Strauss murió en 1902 en San Francisco, a los 73 años, legando su próspero negocio a sus cuatro sobrinos. Siempre preocupado por el bienestar de la gente, puso en su testamento una cláusula donde advertía que un porcentaje anual de las ventas debía ser destinado a instituciones de beneficiencia. De orígen judío, no tomó en cuenta credos a la hora de llevar a cabo sus actos filantrópicos.

Desde los años ’50 hasta el presente, los jeans fabricados por su compañía se constituyeron en un ícono de la cultura joven —primero, de la norteamericana, y luego del mundo entero— y en símbolo de rebeldía, individualismo y cuestionamiento de lo establecido.

Pero en la mente de Levi Strauss seguramente no estuvo la intención de pasar a la historia como el artífice de una marca global, tan imperecedera como la tela “denim”, sino, simplemente, la de satisfacer una necesidad concreta con un producto de calidad.

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